Te dicen que has cambiado, solo porque los tratas como se merecen.

Yo he sabido como caer con elegancia, y levantarme con risas.
Yo he sabido como controlar mis lágrimas en momentos que mi corazón pedía su propia muerte.
He sabido ver lo bueno de las cosas malas, y sonreír por ello.
Yo he sabido perdonar y olvidar cuando perfectamente sabía que no debía hacerlo.
Y es que las decepciones y mentiras destruyen más que una herida de bala.
Llegas a un punto en qué ya ni te asombra el daño que te hagan, ya esperas lo peor de todos, sin dejar ninguno fuera.
Te dicen que la inocencia es un defecto, pero lo dicen porque ellos son otros infectados de la mierda que se ha generado en el mundo.
Pensarlo bien, la inocencia ahora es un defecto porque ya no hay nadie que la respete y no se proponga a destruirla.
Ahora es o; jodes o te joden, o matas o te matan.
Es triste que ya no pueda haber un punto intermedio, un punto el que nadie haga daño a nadie, y después se piense que unas simples disculpas lo curan todo,
así que cambias, y te vuelves como son todos, unos putos egoístas de mierda,
que se pasan la vida amargando a otros porque su vida es una mierda, desconfiados, que ya ni en su sombra se fían por miedo de que hasta ella le haga daño,
sin cuidado con sus palabras o sus actos, destruyendo todo a su paso.
Pero ojo, resulta que cuando dejas de ser lo que eras y esa inocencia, esa bondad y esa alegría desaparecen, tienen la cara de preguntarte
¿ qué te pasa ? ¿ quién eres ?.
No tengo respuesta pues la verdad hasta verguenza me da decir quién soy ahora, así sólo puedo contestar otra misma pregunta;
¿ De dónde sacáis la fuerzas para mirarme a la cara y reclamarme por quién soy, cuando soy lo que soy, por la mierda que me habéis echado encima?
Es lamentable para mi admitir que las heridas han logrado aplastarme, que a causa de ellas y de la amargura que siento al recordarlas, soy incapaz de vivir en paz.
Y no sé que es peor, o las personas que se declinan hacia un bando sin escuchar las dos versiones, o las que saben la verdad y aún así se hacen las ofendidas por decirles la verdad a la cara.