Me gustaría que fueses por un día yo, que un minuto sintieras lo que yo siento a cada segundo de mi vida, esa presión en el pecho que hace que me mire en le espejo para intentar tapar cada imperfección de mi rostro.
Esa sensación de que todo lo haces mal y que a cada palabra que dices, pareces más tonto.
Me gustaría que, por un simple segundo, te pusieras en mi lugar y que tuvieras que vivir cada día con cada una de mis heridas, de mis decepciones, de las puñaladas que me han pegado en la espalda y de mi inseguridad.
Que comprendieras que mi baja autoestima no deriva de la nada, sino de las veces que he sido reemplazada, y comprendieras el por qué de mis celos y el por qué del esperar que tu hagas lo mismo.
Que te levantaras y tuvieras que obligarte a estar bien por tu bien, a no ser tan desconfiada ni tan mal pensada porque la persona que más confiabas te traicionó, que tuvieras que mentalizarte que debes comer aunque una parte de ti no quiera porque eso es igual a engordar más.
Que cada mañana tengas que luchar contra ti misma porque dentro de ti hay un millón de guerras, guerras acabadas en derrotas.
Tal vez así, y sólo tal vez, podrás entender y encajar cada pieza de mi que aún no has sabido encajar.
Tal vez, y sólo tal vez, podrás ser mejor de lo que eres porque habrás sentido el dolor de un corazón noble destrozado.
Y puede y sólo puede, que cuando llegues a ese momento me mires y te des cuenta del daño indirecto que me has hecho y sienta en tu corazón lo que yo he sentido durante todo este tiempo.
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