lunes, 25 de agosto de 2014

Le sonreí como si nunca hubiera llorado por él.

Dicen que la vida es una rueda, que todo puede cambiar en minuto en un abrir y cerrar de ojos, sin quererlo, sin poder detenerlo..
No sé si es capricho de la vida o porque la con el paso del tiempo debes enfrentar cara a cara a quienes por un cierto motivo y en algún modo te hicieron daño, pero lo vi.
Había imaginado tantas veces ese momento, qué haría, cómo actuaría, qué diría, planeado con detalle que decirle sin rencor, sin odio, sin reprocharle nada y es irónico, pues en ese instante me quedé quieta, callada, prácticamente congelada.
Ahí estaba él, tan brillante, sonriéndome con una sonrisa tímida, arrepentida y triste, se acercaba a mi lentamente, seguramente pensando que saldría corriendo, y a cada paso que daba, más sentía su olor, ese olor que casi ya había olvidado.
Y ahí estaba yo, muerta de miedo, con una extraña presión en el pecho y un nudo enorme en la garganta, me dijo Hola y reaccioné, hablamos de tonterías, ninguno quería hurgar en la herida, miré sus ojos y pensé en todas las veces que me perdía en ellos mientras que me decía que jamás habría nada comparado a nosotros juntos, y le sonreí, le sonreí como si nunca hubiera llorado por él, como si todas las noches en vela y las varias ojeras que me había tenido no hubieran existido, como si su presencia no me afectara, como si amor por él hubiera sido un amor más, un amor pasajero.
Como si el no fuese el prototipo de chico que había estado buscando durante todo este tiempo, como si no extrañase su forma de ser, su forma de tratarme.
Cuando intenté saber más de él, ahí reaccioné, ni él confiaba tanto en mí, ni yo confiaba ciegamente en él, ese fue la señal de la vida para que me diera cuenta que por más me torturase, nunca nada sería igual, fue la señal para que, de una vez por todas, siguiera tranquila sin él.
Ahora por fin entiendo que lo difícil de verdad no fue dejarte ir, sino emprender un nuevo día sin ti.

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